viernes, 26 de febrero de 2010

Poemanía Nº 192 - Javier Adúriz

POEMANÍA



la manía del poema…

Hoja literaria de aparición virtual

Nº 192/2009



“En el fondo, un poema no es algo que se ve,

sino la luz que nos permite ver.

Y lo que vemos es la vida.”.

Robert Penn Warren








Poeta invitado: JAVIER ADÚRIZ (*)






Atardecer en Puente Márquez



Gaona era de tierra entonces…

A la izquierda se alzaba el paradero

donde se reunía la humanidad

conspicua del lugar: quinteros y linyeras.



Cuánta gloria en cada atardecer.

El olor a eucalipto lo invadía todo

con persuasión invariable, lo mismo

que el rojo derrumbándose al oeste.



Parar allí se parecía a comprender.

La Tierra era un planeta ingrávido

donde no aflojaba el honor de estar vivo.



Si hasta los perros ladraban ganosos

cuando pasaba la chata de Ortuño.

Ahora hay una ruta, nada más.













Y la boca me dijo*



Para Enrique Butti





No llores, nadie oye. - Del cielo de la isla

no queda casi nada. - La mañana está cerca.



No llores, no te quiebres. - Si cada uno es siervo

de lo quiso ser. - La noche ya termina.



No te arrepientas, digo, - vas a cruzar el río

como se cruza un sueño. - Celebrarás tan pronto…



¿Qué importan que hayan dicho - lo que dicen que dicen?

Lo tuyo fue algo más - que las pobres palabras.



Brillen, brillen sin término - las hachas de la fiesta,

gocen tu vejación - hasta el duro apogeo:



cada fuego de luz - es una luz imbécil,

la terca tiranía - de una mente deforme.



¿Que triscaba la oveja - pasto hasta la raíz?

¿Que mudan de opinión - de parado a sentado?



y bien, qué más te da, - tu ilusión era el alba.

Pronto celebrarás - un nuevo nacimiento.



La música está hecha, - queda escrita en el agua,

en el color del tiempo, - sin pulso de codicia.



Hubo que ver y verse - colgado de los árboles

para cruzar las sombras, - las efímeras sombras.



La noche es esta boca - turbia que te mastica,

Aunque haya luna ahora - como para unas bodas.



Vas a cruzar el río - y también la esperanza

en nave de dos filos. - En nave de dos filos



de golpe, con el viento, - vas a cruzar tu rostro:

el deseo de ser - que pide lo imposible.



Llegaste a lo más tenso, - al centro de la herida.

No desesperes, - sólo un reino nos hiere.



Moro móriae, dónde - está tu honor ahora,

vos que sentiste siempre - su gracia sobre el hombro.



Algo abisal te llama. - Hacé crujir el seso

hasta encontrar el chiste - hundido en la mollera.



Si tan cerca, en la furia - del alba (oí, oí

el aire atruena afuera)

absurda majestad, - sonriendo entre caries

vas a tirarte

y rodar de cabeza.





*A Tomás Moro le cortaron la cabeza por haber mantenido su palabra. Tal vez su santidad esté en su humor y en su silencio; alguien que combinó política y escritura, con una mente deslumbradoramente abierta.















Leda llora el cocoliche





Maledetto il Kaiser, Leda, perqué llorá.

No ai visto qui a arribato il signore

Pane… El mismo, cittadino a la Floresta,

coloquialista americano, tutto un bardo…



No, no e’un ganso. Lo ganso sonno ansare

qui grídano di notte e moléstano la cuadra.

Leda, Leda, abrile le gambitte, si e’

un capomastro di prestigio, alto e forte:



un vero Jove… Ma qué ti importa si usa

cocoliche. Noi no siamo tan nóbile, ¿no?...

¿Cómo que volete un argentino?



¡Mala pécora, si questo paese dá merda!

Guardáte al Gínsbero, nena, lo bitinique,

que me si’strola la verdolería.











Lamento desesperado por Pat Morita





Pat, Pat, Pat, mil veces Pat, acabo de enterarme,

te has ido. Mi amor por ti se ha vuelto imposible.

Discúlpame que te hable en español doblado,

pero es fácil, conozco de tu facilidad para idiomas.

Además, aquí se habla terriblemente mal, voseando…

Tal vez debas seguirme como a un subtitulado.



Oh Pat, carita de balón (el que por aquí llamamos

pelota de cuero y chutamos en el juego balompié,

ese game en el que los españoles son tan rudos),

oh Pat, qué cruel todo, no verte más, no soñar ya

contigo. Dime, cómo haré para arrastrar la cadena

de mi vida, dímelo, dímelo al menos en un sueño.



Oh jetilla inquieta, rebotín con visajes y mohincillos

tan mononos, de pequeño comediante de carácter,

cómo, cómo haré para hablarte, si ahora sé que estás

más allá de todo, como muerto, como ido a tu the end,

el Paraíso de la Tierra Pura… ¡Te lo digo!: siempre,

pero siempre, siempre, estarás en mi corazón, oh Pat.



Y lo juro, hubiera cogido un aeroplano a Hollywood.

Lo imaginé mil veces mientras trabajaba en la ferretería.

Cada vez que me esnifaba soñaba contigo, Pat,

hasta que me echaron –pero no por ti, no por ti,

oh Pat, sino por las faltas de pasta pegamento,

que hoy se ha encarecido tanto y tiene menos vuelo.



Me arrodillaba detrás del mostrador, oh Pat, y lo creas

o no, remiraba feliz tus tiras de la tele, oh Miyagi.

Pat, Pat, Pat, qué ojos y qué chivita de friki. Y más,

qué enorme tu cintilla de inscripciones, cubriéndote

el frontis, esa cinta o pañoleta o cubrecama blanco,

ilustrado (a menudo) con el sol naciente.Oh, oh,

oh. Cómo hago, dime, cómo hago para vivir ahora.



El amor se fue, Pat, no hay más magnetismo de ojos

perforantes, esos óculos rasgados, algo ridículos sí,

pero que te volvían único, tan distinto de los caritersos.

Por qué, por qué, por qué no viniste a Chacabuco al 300

donde vivo. Yo te hubiera mostrado mi colección

de pistolas tiraclavos, la que hurté de la ferretería.



Oh Pat, discúlpame, voy a llorar, estoy desesperado…













Esto es absurdo



Para Ivonne Ferreira





No cuelgues, Estragón, no cuelgues; ya sé que esto es absurdo.

Mirá que quedan pocas fichas y la conversación se acaba…



No pierdas la cabeza, digo, la esperanza, al fin y al cabo

eso es cosa tuya y sin eso, disculpame, te volvés experimental…



Sí, como esa voz o voces que hacés ahora todo el tiempo,

el gemido que no termina y tampoco me interesa.



¿Me oís, Gogo? Tu mundo está arruinado… Digo

no pierdas la esperanza, no esperes nada de mí.





(*) Javier Adúriz: nació en Buenos Aires (Argentina) en 1948. Poeta y ensayista, se considera un posclásico. Publicó siete libros de poemas: “Palabra sola” (1971), “En sombra de elegía” (1979), “Solos de conciencia” (1985), “Égloga brusca” (1993), “La forma humana” (1998), “Canción del Samurai” (2004) y “La verdad se mueve” (2008). Codirigió entre 1996 y 2000 la revista “León en el Bidet”. Colaboró con diversas revistas literarias, entre ellas “Omero” y "Hablar de poesía". Ha escrito numerosos ensayos sobre literatura argentina y realizado versiones de poesía inglesa en la colección "Traducciones del Dock", que actualmente dirige.

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