POEMANÍA
la manía del poema…
Hoja literaria de aparición virtual
Nº 189/2009
“Cada poema es único. En cada obra late,
con mayor o menor grado, toda la poesía.
Cada lector busca algo en el poema,
y no es insólito que lo encuentre:
ya lo llevaba dentro.”
Octavio Paz
Poeta invitado: ÁNGEL OLIVA (*)
LUNA TERCIANA
Afuera está la noche gobernada
R. Char
Sobre la faz de la letra lebruna
el ojo mayoral
crepuscula una luna terciana.
No será ya su fortuna mañana
quien mienta y desmienta esta melancolía,
sino la pura membranza del día, que febril apura
ya por la ventana
la elocuencia usuraria y lejana
de la literatura.
¿Cómo tramar verdad y hermosura
en la doble defección del amor?
¿Qué figura designa el dolor
en el cuero de la noche real y a la vez ese albor
saturnal en la sorda escritura?
Así el ojo facundo en la hoja
fulgura una forma: “Aquí,
sólo aquí dentro, en la horma
que aloja al deseo,
interrogo este mundo, a su norma,
de su Olimpo hasta su Hipogeo”.
¿Quién será quién
cuando abra la niña su luna?
¿Será fiel a su sangre la hermana
que clama a la vera de la insepultura?
¿Serán hombres de Argos los nautas
que parten a la desventura?
¿Y habrá noche, una y mil
y una noches, o acaso ninguna?
Transita criatura lectora, ahora,
con tu arboladura, la letra contrita,
martilla tu forma en la noche proscrita,
que a fuerza de golpe mayeuta, en su holgura
el orden de signos dimita,
que advenga tu ojo de fiebre
en el óntico espacio vacío
que la letra ya no será liebre
y menos hastío, ni acaso escritura,
sino sólo tu luna infinita.
DESTEMPLANZA
“El valor mas liberador y superior
en el arte y la crítica de hoy
es la transparencia”
Susan Sontag
“...como para mostrar bien que ellos
son en este momento la vida y ninguna
otra cosa aparte de ellos lo es,
no me son, sin embargo, al ojo,
y al oído, y a las yemas de los dedos
tan accesibles como debieran...”
Juan José Saer
No hubiésemos deseado otro cielo
sino esta destellada lámina liliácea
que hacia el oeste se aconcava,
allende la ciudad, en el acto en que
la grácil, vibrátil estática de la Setúbal
salva su limo original, acribillada
por la última trama del crepúsculo.
Y qué vemos allí
sino el amor membrarse
restallando sobre sí
cuando no vemos más,
si ahora allí, ambos nos miramos,
que el amor en su acústico dominio.
Ir a lo profundo, con las armas adquiridas
entonces deseamos.
Un minuto más, un milímetro más,
una espuma ulterior
de la mirada que sucumba
al tiempo súcubo
y al espacio íncubo,
deseamos.
Y así, presumimos,
la laguna será nuestra.
Pero sobre los bordes que este amor admite,
aún demarcados por la ocre acrópolis del faro,
insurgen, gimnásticos, diversos,
los artilugios del recuerdo.
Bajo su influjo gríseo,
una lágrima integral, carnavalesca,
deslinda hacia la palidez del agua,
lo que en mí se aprieta y se oscurece
de lo que se convoca en su laguna.
Se alzan así las atalayas,
las extremaduras del tiempo y del espacio
se restituyen al fénix de la diferencia,
y toda Santa Fe, una vez más,
sumida en su nutricio ámbar de misterio,
vuelve a esfumarse.
DISIDENCIA
a mi hermano Antonio
Ciertamente, en la CONSTELACION
de lo que aún no ha acontecido
estará incólume tu don, Mallarmé:
blanquísimo plumón equidistante
a la vez del titánico piélago tangible
como de ese Abismo desvarado
en la futilidad de la palabra.
Pero si se encontrase, otra vez,
este índice cerca de rozar
la rasa solidez de las paredes del bar,
esbozara, como en las runas, de nuevo
la mano en el portento de mármol
sobre la vetusta humedad de los muros
aquel contorno mántico,
la letra manada del malamor espumante:
NOCHE MIMETICA;
y las yemas de los dedos del hermano ensimismadas
a la lámina, seguidamente,
ligasen la letra, la misma
la del malamor espumante:
NOCHE DEL SETENTA Y OCHO.
Y si rememorásemos
-los sabios se complacen con los que llegan,
en la voz de Crisipo-
y fuésemos al paso tácito
del padre, en su fuero:
ligero como si emparejásemos
jadeando, las caras de Jano
sobre baldosas que se alzaran
votivas y cruzáramos el maderamen
de la puerta como quien intima
a la muerte y toda la muerte
escrutase.
Sólo si se cruzasen allí
en la predilecta cruz
que interdicta al destino
dos ciénagas: San Juan y Maipú
como cifrando toda la ciudad leningrada
y en la espera entrebebiéramos
el ancho Trapiche y después
de tres, de cuatro, de ocho
descorches
se hinchara
EL FUROR DE LA NOCHE
acechando.
Viniesen, de nuevo,
a sentarse a la mesa los caros centauros,
los cátaros, los mosqueteros del rey,
los penantes pantagruélicos,
los ex ferroviarios, los serafines,
los invisibles músicos, los vermes de los lupanares,
los que se están siempre yendo,
todos se sentaran allí
dispuestos, de nuevo,
a ornar la conflagración
de la palabra;
y despuntase así al deseo
la siniestra visión:
NOCHE DE LA DICTADURA.
Entonces no habría opción,
Mallarmé,
más que aferrarse a la tendencia
tenaz, de lo que está aconteciendo
con la escasa niñez
en el vórtice de la ensoñación, Mallarmé,
hermanados
y pasar LA NOCHE.
MORTECINA
A Esteban Fridman
Se le mueren los animales a la noche.
Murciélagos agonizan en la selenitud de las sombras.
Tras el crimen, nómade, el dulcísono silbo del Evo
circunvala el óbito y propaga su granada de candor.
¡Arte!, ¡Arte en la hecatombe!.
Mientras palpite la pálpebra en la penumbra abovedada
vindiquemos la noctívaga palabra,
la palabra pletórica, la insectívora,
glosemos el memorial del murciélago:
lo que se enmascaró en las esquinas,
lo que se emblematiza en los mandobles del hampa,
lo que se amparó en la beatitud y en la indulgencia,
lo que se reagrupó en la propiedad sacramentada,
lo que no tuvo edad ni tuvo hermanos,
lo que martilló con su metralla de oropeles,
lo que abominó del vuelo abisal en la tiniebla,
lo que teletransformó toda esta muerte en cinerama
lo que una noche –camarada- mandó a matar la noche,
¡escribámoslo!.
FRUCTIDOR
A Nicolás Vallejo
De todas las estériles palabras
de pítias y parteras, la ternura
resguardó para nuestro porvenir,
de amores yertos en paradores furtivos,
de la desértica rasadura
de la Historia en torbellino,
unos ubérrimos nombres
de los que hoy, como cemento
en nuestros ojos, sin embargo,
modelamos damascos de esperanza
y fantasía y una afanosa congruencia
con la frágil armonía del que arrecia
los senderos del fruto desde el azúcar
de la ausencia.
ULTIMO ASADO EN RINCON
A Juan Manuel Melero
Amigos,
yo no me alejé de este silencio,
alguien, sino yo, situado en la fosa
que aloja al silencio entre los sauces,
en el sílice del sin sonido; y yo, también,
en la discordancia prima de los signos y las cosas,
tal vez, nos alejamos de ese que fui,
en el Rincón del ruido unígeno del Río.
Pero fue aquí, en la zona, que lúbrica
como la boca de una boga,
la rocambolesca humedad del cúbito
de su cuerpo, en el encumbramiento
del placer, en el Sur viejo, quiso;
¿dónde, cuándo, en qué ciudad?
su cuerpo, la furia de su cuerpo
¿y el mío? demiúrgicos, biunívocos
que seamos ¿ambos? como la furia
del Colastiné, juntos en el misterio del Canto.
Entonces, ésto no es irse Juan Laurentino,
sino rozar con la voz de Selene
cada vez, el pedernal de ese silencio,
cada vez volviendo a herir el cuarzo
cada vez que vuelve a restituirse entre los sauces.
Y sin embargo, alguien, sino yo
se fue de ese silencio sin regreso.
A visitar cursos de agua que parecían versos de Villón,
a beber en largo el Chateau Margaux
y el Frey-Sholer de Alsacia,
tras tres íntimas centurias de Comedia Humana,
tras una idílica lápida en el Pere-Laichese.
A partir de ahora los ojos de los hombres
se volverán a mirar los rostros
no de aquellos que han gobernado
sino de aquellos que han pensado
Y sin embargo, alguien, sino yo
no halló en esos ecos librescos la tersura
del beso del Sur viejo, sino las gránulas ubicuas
del silencio entre los sauces,
y no puedo, Juan Laurentino
escuchar ya tu sustancia unigénita
en el agua …volví en busca
de … yo, alguien… ¿acaso he vuelto …?
comamos amigos, que se enfría el asado.
ALCOHOLES
La dependencia a veces nos exalta
nunca nos alegra.
Eugenio Montale
I
Elegidos o no
arrojados al régimen
de la abstracta coalescencia
de faltas y de excesos
crecemos en la luz
hijos del enigma.
Luego, con un gesto aciago
antepasado de la letra
la mano acerada de ansiedad
demuda las memorias :
esa anciana en la cetrina liga
de la acelga, el huevo, las harinas,
la abuela bruñidora de cazuelas
en la hazaña del buñuelo,
azucaradamente abalanzada
contra las alacenas
de los caramelos de miel, aquella abuela
humectada con el mórbido perfume
del jabón Perdiz u oliendo siempre
a Puloil y a beso ausente o denegado,
se amuralla con su espuma mortal
contra el mundo de los hombres
y con el deseo desasido
en aforismos de almacén
fervientemente friega.
Será entonces esta letra
nieta de su tóxico suspiro,
de sus murmuraciones
confitadas en el pontificio
del amor?
Que ruede entonces el ovillo del destino
por Corrientes y cruce el empedrado de Zeballos
donde una mano acerada de silencio
afianza un vaso como quien se aferra al cielo.
II
¿Será la combustión del instante
el único vector de una escritura auténtica?
Lunas de Dublín, Lima o Cuernavaca
cunden como voces ultimadas
en la última destrucción de la noche.
Díadas de un esplendor perdido
urden su ruido enfurecido
contra el rudimento de la letra:
lívido rumor del mundo, sedimento
del mundo, espasmo de las misas
del mundo enmudeciendo.
Sólo por eso acaso, por soterrar
hasta la estásis del silencio
las turbulencias repitentes del incendio
es que rige esta ginebra en la garganta
gobierna lo espectral y lo tangible.
Dentro de la hora en que se active
y que perdure su conjuro
un empetrolado muro
le opondrá a la aurora,
sus potencias son las del aljibe
vive en lo profundo que se pudre
y se demora.
Pero nosotros, al otro lado del ahora,
vomitados nuevamente al nervio de la historia
inhalamos la fumarola efímera
de la memoria y sólo ornamos
un ebrio modo de morir
de este fermento enfermo de la gloria.
III
Cuando el sol matinal resplandece
sobre las islas y aplasta la espalda
de Atlas y la boca masca una pasta
alcalina, una bola que atascada puja
en la glotis y vuelve a la boca, vuelve
a la cámara cóncava de la boca, a la
lengua que la emplasta, metálica, la
ensaliva para aligerarla y volver a
tragarla, mas vuelve a la boca, vuelve
a la lengua en el silencio célico.
¿Hay una escritura de la vuelta irredenta
al esplendor territorial de la luz?
¿Volver…? Volver a ese retiro en que se cuece el pan,
se barre la vereda y se charla con la cara
en la leche, en que parece celebrarse el día…?
¿Y quiénes somos los que constreñidos aún
al oscuro canto que signó un instante
de la furia del mundo, ahora arrojados
a la vieja extranjería de la luz, volvemos?
Orinamos el malvón silvestre de un baldío
una mariposa blanca recala gravitada por la brisa
pero ni la breve saga de ese vuelo puede
designar nuestra hora.
Abierta la extinción,
el sol de la mañana tiene todas las palabras.
(*) Ángel Oliva: nació en Rosario (Santa Fe, Argentina) en 1970. Es Profesor de Enseñanza Media y Superior en Historia de la Carrera de Historia, Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario. Es Miembro investigador de distintos proyectos de investigación, entre ellos “Literatura y cultura de la resistencia en la argentina entre 1955 y 1973” y “Clasistas, combativos y organizaciones armadas en los años 60’ y 70’ en el Gran Rosario, 1966 – 1976”, proyectos evaluados favorablemente por la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional de Rosario. Entre sus publicaciones académicas podemos nombrar: “Algunos elementos sobre la problemática del poder ingles y su relación con los sectores populares” en Anuario N° 15, Escuela de Historia, Facultad de Humanidades y Artes, 1993; y “Condiciones sociales y políticas para la reconversión del nacionalismo (1955 – 1976)” en El discurso nacional en la Argentina moderna; AAVV, DR. Roberto Retamoso (comp.), ed. Corpuslibros, Rosario, en prensa. Ha participado también en diversas publicaciones periodísticas, entre las cuales nombramos los artículos “Nicanor Parra y su traducción del Rey Lear” en Segmento de Cultura, Diario La Capital, Domingo 28-5-95; “La poesía de las cosas - sobre Francis Ponge” en Segmento de Cultura, Diario La Capital, Domingo 30-7-95; “La voz mas allá de la poética” en Revista La Oreja. Psicoanálisis y pensamiento crítico, N°14, año 2, Abril del 2001. En literatura tiene editado el libro de poemas “Salud” (editado por la editorial Alción llamado, Noviembre de 2005); “AAVV, Poetas de Rosario” (Colección de Cuadernos Memoria, Subsecretaría de Cultura Provincia de Santa Fe, Delegación Zona Centro-Sur. 1997). Sus poemas han sido recogidos por diversas revistas y sitios de Internet. Ha sido organizador y moderador de distintos ciclos de lectura de poesía. Los poemas aquí seleccionados pertenecen a su último libro de poemas “En zona de Selene”. Vive en su ciudad natal.
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